Estreno la sección «Entrevista a» de este año con un interlocutor de lujo. Médico de atención primaria, director médico del ITACA-TSB*, coordinador de la plataforma ObservaTICS, director y coordinador de Salupedia —enciclopedia médica virtual—, el Dr. Ignacio Basagoiti es también el impulsor del libro objeto de esta entrevista: Alfabetización en salud. De la información a la acción
Blanca Mayor: ¿Cuándo y cómo comenzó a interesarse por la investigación en el campo de la alfabetización en salud (AES), una de las grandes asignaturas pendientes en España?
Ignacio Basagoiti: Siempre he trabajado en este campo, aunque no tenía conciencia de hacerlo. Me explico: soy médico de familia, de manera que mi trabajo está junto al paciente, sus circunstancias, su entorno. Por otro lado, como investigador mi actividad se ha ido centrando desde la tecnología, la telemedicina, hacia el papel de Internet y finalmente las redes sociales y la salud 2.0. Me he encontrado hablando sobre la necesidad del empoderamiento del paciente y su autonomía en la toma de decisiones. Encontrarme con la alfabetización en salud era un paso atrás imprescindible para ganar perspectiva. No podemos hablar del e-paciente sin poner el foco en la alfabetización en salud.
B. M.: Pese a los esfuerzos que se están realizando tanto a nivel privado como público, el nivel de alfabetización de la población española es un tanto problemático atendiendo a los resultados arrojados por las encuestas llevadas a cabo, como el Estudio sobre Alfabetización en Salud o la Encuesta Europea de Alfabetización en Salud (HLS-EU). ¿Son, quizás, las consecuencias del analfabetismo en materia de salud lo que le impulsó a la elaboración de esta obra en particular? Denos detalles, por favor, sobre la gestación de este interesante proyecto y sobre los retos que le ha planteado.
I. B.: Cuando buscamos información sobre la AES en español descubrimos con sorpresa que es muy escasa. Hacía falta una gran obra que sirviera de referencia para centrar la cuestión, generar controversia y actuar de revulsivo para que los diferentes profesionales implicados tomaran conciencia de la importancia del tema.
Y es que mas allá de la obligación legal de informar al paciente o del compromiso ético que supone hacerlo, la AES tiene consecuencias tangibles en el estado de salud de los individuos y las poblaciones. Puedo ser el mejor clínico del mundo, conseguir unos diagnósticos rápidos y precisos y pautar una medicación basada en pruebas científicas, pero si no consigo implicar a mis pacientes y que estos sigan mis indicaciones, no voy a conseguir resultados. No es un tema menor. Es un hecho probado que el grado de AES está en relación con la esperanza de vida de las personas, y esto hay que contarlo, casi hay que gritarlo hasta conseguir que pacientes, profesionales y organizaciones tomen conciencia de ello.
La gestación del libro fue sorprendentemente rápida. En unos pocos días tenía la confirmación de un buen número de profesionales de distintas áreas, —de ingenieros a médicos, documentalistas, periodistas, y un largo etcétera— trabajando ya en el tema. Y sinceramente, no creo ser tan persuasivo. Teníamos ganas de dar nuestra visión sobre el tema, de trabajar juntos, de poner en marcha un gran proyecto que demostrase que —en tiempos de crisis— pueden hacerse cosas casi solo con ganas e ilusión.
La materialización de la idea fue bastante más costosa. Yo tampoco tenía experiencia en cómo coordinar un libro colaborativo —que no solo colectivo— donde había muy poquitas directrices y los autores también tenían libertad para escribir, actuaban de revisores de otros capítulos, intercambiaban documentación y notas entre ellos e incluso participaban activamente en la elección del título del libro. Y todo esto sin recibir más a cambio que el placer de participar en un proyecto común, robando tiempo al sueño, a la familia y cada uno sabe a qué cosas mas.
El trabajo de coordinación de todo esto, de esta nueva forma de crear y colaborar entre profesionales de muy diferentes disciplinas ha sido el mayor reto y, a la vez, lo que más gratificante ha resultado.
Hemos conseguido un texto irregular, heterogéneo, pero tan complejo, con tantas perspectivas y tan lleno de información y matices que creo que resulta fascinante. Creo que libro no es un compendio cerrado en sí mismo, sino que será capaz de abrir la mente del lector y conseguirá que, inmediatamente, pueda adoptar acciones sencillas dirigidas a la mejora de la alfabetización en salud.
B. M.: El libro Alfabetización en salud. De la información a la acción es fruto del extraordinario esfuerzo de muchos de los implicados en su elaboración y del entusiasmo, sin duda contagioso, que pone en todos los proyectos en los que se embarca. En su opinión, ¿conseguirá el manual cubrir el importante hueco existente en este fascinante campo, a la par que desconocido por una gran mayoría, e involucrar más y mejor a los profesionales relacionados con él?
I. B.: Indudablemente, ese es el objetivo. No queremos pasar inadvertidos. Es por ello que hemos mantenido nuestra idea de que fuera una obra de distribución gratuita. Queremos que la gente lo lea, que opine, que se genere controversia y nos digan que estamos equivocados en nuestros enfoques, o que estamos acertados en nuestra valoración de la cuestión. Queremos que sea el punto de partida de acciones personales e institucionales. Queremos, en definitiva, cambiar las cosas. O mejor, abrir los ojos al lector y mostrarle que las cosas ya han cambiado, y que debe involucrarse en dicho cambio cuanto antes. Creo que no se puede ser más ambicioso pero, ¿por qué ponernos límites?
B. M.: Muchas gracias por concederme la entrevista. No me cabe la menor duda de que este manual se convertirá en una obra de referencia obligada.
* Área I+D+i de Tecnologías para la Salud y el Bienestar del Instituto de Aplicaciones de las Tecnologías de la Información y de las Comunicaciones Avanzadas de la Universidad Politécnica de Valencia.